martes, 21 de abril de 2009

She's my waitress







De alguna manera u otra, siempre me encuentro ligado a mi pasado. Paradojicamente y siendo honesto, la epoca mas feliz de mi vida es la que estoy viviendo ahora y no mi niñez o juventud.

Caminando por las calles del centro de la ciudad de Mexico, llegamos hasta la rosticeria 5 de febrero, ubicada en esa misma calle y casi esquina con republica del salvador; si, teniamos hambre y propuse una comida corrida en dicho lugar, hacia un buen tiempo que no regresaba a ese restoran, francamente no se a partir de cuando empezo a funcionar, pero desde que tengo uso de razon, hara mas de 20 años ya me llevaba mi papa a comer ahi en las tardes dominicales, o mi mama en las tardes de shopping entre semana.

El mismo mobiliario, las sillas y la barra que nunca es atendida por nadie, por fortuna la misma mesera que nos ha servido desde hace muchos años, sigue aun ahi y tiene la misma zona del fondo. nos sentamos y esperamos a que nos lleve la carta, la comida corrida siempre ha sido el hit: caldo de pollo, macarrones, enchiladas verdes y helado... lo mismo para los dos.
pareciera mentira, pero la siento tan cercana, no se ni siquiera como se llama, pero alrededor de ella en la familia tenemos montones de anecdotas, una de ellas en la que mi papa la llamo "niña".

es muy probable que siga muchos años mas en ese restaurante, ese dia estaba inspirado haciendole al fotografo e hice mis mejores tomas, al salir le pedi una foto a la que sonriente y amablemente accedio.

la cuenta, la propina..... regreso al presente


1 comentario:

Pável dijo...

Ay ay ay ay.

Este texto con sus respectivas imágenes resultan de esas cosas que hacen que la glotis se distienda y se apriete, se distienda y se apriete, como un corazón ensalivado.

Hoy comí en una cafeta/restorán/fonda con ese feeling. En la caja siempre están o un señor muy grande o una señora de su misma rodada (y con grande me refiero a la edad, no a la talla). Las meseras son también mayorcitas, aunque poco menos. Da gusto, no sé por qué. Tal vez dan la idea de que llegar a viejo no te convierte en inútil y todavía puedes, además de trabajar, echar la chorcha con los cuates.

Antes me aterraba la idea de la vejez. Personas como estas hacen que las fobias se vayan suavizando. Le ponen salivita pues. (¿Qué demonios traigo hoy con la saliva, eh?)